Desde Nueva York
El protestantismo en España
Según un cable enviado desde Madrid por el “Tribune Press Service” , se ha celebrado en España un congreso de sectas protestantes en el cual estaban representadas seis denominaciones de las mil y pico en que se divide y se subdivide el Protestantismo. Según dicho cable existen en España 220 capillas con unos treinta mil “adherentes” que no es lo mismo que “convertidos”, porque no hay católico que pueda convertirse, a no ser aquellos que se encuentran en la “conversión” un mejor modo de ir tirando y una más fácil y cómoda moral a su gusto.
Los jefes protestantes, según el cable, informan que la principal con que tropiezan en la tarea de protestantizar a los españoles es que aquellos que no son católicos prácticos tienden a la indiferencia y al ateísmo, y que las “conversiones” se realizan principalmente entre las mujeres, siendo casi la mitad de los delegados al Congreso protestante, mujeres.
Entre los hombres no progresa el protestantismo a pesar de las facilidades que la campaña tiene en todas partes desde la llegada de la República.
Ya hemos dicho otras veces con qué insistencia e interés las revistas masónicas de los Estados Unidos, sobre todo la de Rito Escocés de la jurisdicción del Sur, que es la que tiene más estrechas relaciones con la masonería española, tratan de las facilidades que ahora tienen los masones y protestantes para hacer progresos y tomar excelentes posiciones en la vida pública de la nación. Preferimos en este caso reproducir parte de una carta enviada desde Madrid al director del “Herlado Evangélico” que se publica en Santiago de Chile, y está firmada por Juan Orts González, Olivos, 3, Parque Metropolitano, Madrid. El autor de dicha carta es un ministro presbiteriano que residió algunos años en Nueva York a quien conocemos y algunas veces hemos hablado, y en cuya capilla, que no era otra cosa que la sala de una casa particular y muy modesta predicó un sermón protestante el ex ministro socialista don Fernando de los Ríos, en su visita a Nueva York.
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