lunes, 9 de marzo de 2009

Carta colectiva de los obispos españoles a los obispos de todo el mundo con motivo de la guerra en España (1937)



Fuente: Wikipedia

Este documento no fue firmado, entre otros, por:

Francesc Vidal i Barraquer (quién tuvó que huir de España, tras ser salvado de ser asesinado por miembros de la F.A.I. por Lluís Companys) opinaba que que la carta podía ser inoportuna y aumentar la represión contra la Iglesia.

Mateo Múgica Urrestarazu (que había abandonado España en octubre de 1936, para refugiarse en Roma, tras ser acusado por la Junta de Defensa de tolerar propaganda separatista en el seminario y de proteger a sacerdotes enemigos del Movimiento), le dijo a Gomá que no le parecía oportuno firmar estando fuera de sus diócesis y que no quería firmar un documento de exaltación de los nacionales (que habían asesinado a 14 sacerdotes vascos, acusándoles de separatismo). Aunque anteriormente a la toma de la diócesis de Vitoria por los nacionales, la carta le parecía conveniente.

Pamplona – Gráficas Descansa - 1º de Julio de 1937

Venerables hermanos:

1º. Razón de este documento

Suelen los pueblos católicos ayudarse mútuamente en días de tribulación, en cumplimiento de la ley de caridad de fraternidad que une en un cuerpo místico a cuantos comulgamos en el pensamiento y amor de Jesucristo. Organo natural de este intercambio espiritual son los Obispos, a quien puso el Espíritu Santo para regir la Iglesia de Dios. España, que pasa una de las más grandes tribulaciones de su historia, ha recibido múltiples manifestaciones de afecto y condolencias del Episcopado católico extranjero, ya en mensajes colectivos, ya de muchos Obispos en particular. Y el Episcopado español, tan terriblemente probado en sus miembros, en sus sacerdotes y en sus Iglesias, quiere hoy corresponder con este Documento colectivo a la gran caridad que se nos ha manifestado de todos los puntos de la tierra.

Nuestro país sufre un trastorno profundo: no es sólo una guerra civil creuntísima la que nos llena de tribulación; es una conmoción tremenda la que sacude los mismos cimientos de la vida social y ha puesto en peligro hasta nuestra existencia como nación. Vosotros los habéis comprendido, Venerables Hermanos, y "vuestras palabras y vuestro corazones nos han abierto" diremos con el Apóstol, dejándonos ver las extrañas de vuestra caridad para con nuestra patria querida. Que Dios os lo premie.

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1 comentario:

IMPERATOR dijo...

Estimados señores:

He visto su documental sobre la Guerra civil española, donde ustedes hablan de que la jerarquía católica española apoyó a Franco, porque la República permitió el ataque a templos católicos.
Esto es cierto, pero hay más asuntos que deberían ser ligeramente esbozados para hacernos una idea más amplia de este sangriento conflicto.
La iglesia española luchó por el monopolio de la enseñanza, de sus exencions fiscales, por no peder terreno ante los tiempos modernos que le venían en forma de laicidad, por el derecho a la censura, por sus bienes de manos muertas que ocasionaban grandes problemas a una sociedad decandente como la española, entre otros contribuía a la misería de muchos españoles.
España estaba bastante atrasada con respecto a Europa y el clero, también entre otros, se oponían a cambios que mejorasen esta situación.
El pueblo que quemó iglesias, acto condenable, estaba harto de los problemas que causaba una Iglesia despiada, que entre otros males, para completar más el círculo, era culpable de que la mitad de los españoles fueran analfabetos.

No entiendo que ustedes, siendo protestestantes, no profundicen más en este tema. Hasta que no ha venido la democracia ustedes no han tenido libertad de culto. Amén de la represión que han sufrido a manos de los católicos.
En España no hay más protestantes, porque cuando empezó la Reforma en España, a las gentes como ustedes el clero los quemaba, muchas veces vivos y se quedaba con sus propiedades, recuérdese los autos de fe de Valladolid y Sevilla,donde quemaron a Julianillo, un muchacho que distribuía biblias protestantes. Lo quemaron vivo.
En 1936, la Iglesia de Roma onsiguió convertir a Españ en una gran auto de fe.

José A. Matías